viernes, 21 de junio de 2013

Un dulce y simple amor...

  Fue un día como cualquiera, coincidimos sin pensar en tiempo y en lugar, algo mágico pasó, tu sonrisa me atrapó, sin permiso me robaste el corazón. Cuando la noche llega sé que esa luna que brilla para los dos marca el destino que será y en tus labios siempre escrito está. En las noches que no puedo ver esa luna, boca de llanto mi corazón, y gritan tu nombre en silencio mis labios. Sueño que puedo verte y hablarte de mi amor, y dormida al fin un cuento de hadas que aunque falso es suficiente, y como un rayo de sol alumbra la profunda oscuridad. 

  Ya ves que muero por besarte, dormirme en tu boca, me muero por tus bellas caricias. Muero por esta ausencia que me hace extrañarte, que me hace soñarte cuando más me haces falta. Siempre pido por la mañana que a mi lado despiertes enredado en la cama... ¡ ay ! como me haces falta. 

  Tengo tanta sed de ti que me cuesta respirar, o será que en mi delirio te amo más y más, porque solo tú haces que llore riendo, haces que ría llorando y me pregunto como algo tan pequeño puede invadir la caja de mis recuerdos, los que a penas recuerdo si tú no estás en ellos. 

  Quiero decirte tantas cosas... Que nunca nadie llenó el vacío que había en mí excepto tú, que has cambiado mi vida, me has hecho crecer, no soy la misma que ayer, desde que llegaste a mí, eres el sol que ilumina todo mi existir, eres ese sueño perfecto, todo lo encuentro en ti. Decirte que por ti he vuelto a creer, y no hay dudas en mí, que me devuelves la ilusión y haces que el miedo se vaya de mí. Que puedo verte y sentir tu halo, que eres mi salvación... 

  Y quiero ser tu guerra todas las noches y tu tregua cada mañana, quiero ser tu medicina, tus silencios y tus gritos, tu ladrona, tu policía, tu jardín con enanitos, quiero ser la escoba que en tu vida barra la tristeza y ser tu certeza. Quiero llevar mi falda y tus pantalones, pintar tu vida de color, de pasión, de sabor, de emoción y ternura. 

  Quien me iba a decir que sin ti no sabría vivir... Sepa usted que yo ya no tengo cura sin su amor. Por amarte así, es esa mi fortuna es ese mi castigo, tal vez tanto amor está prohibido, y si así es, aunque tenga que esperarte siete vidas más, me quedaré colgada de este sentimiento, seguiré aquí muriendo de deseos por estar contigo. 

  Por eso hoy le pido a tu ángel de la guarda que comparta, que me de valor y arrojo en la batalla para ganarla, pues aún queda un suspiro de honor como aliado de este gran amor y junto a la fuerza de mi corazón y el coraje de un amor sin fin, me armaré un día de valor y llegaré hasta ti. Con la fuerza de mi corazón lucharé hasta recuperar cada instante que pasé sin ti en el destierro de un lejano adiós. Que tras mil ilusiones rotas sin razón, legado de la envidia y el poder, la esperanza no muere porque te llevo muy dentro de mí. Y así seguiré caminando en esta cuerda floja, como mar inquieto, como mar en calma,  tras tu huella tan lejana como el horizonte convertida en sombra, contando los segundos que pasan por verte y gritarle por fin al mundo que se equivoca. 

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