miércoles, 12 de marzo de 2014

Ausencia no vivida.

Perdóname si he errado
al desterrarte en el "olvido".

Aun no sé cuando,
ni donde tampoco,
pero sé que volveremos
a vernos otra vez.

Igual de fugaz
que la noche cuando oscurece,
nuestro amor anocheció
en nuestros corazones
para amanecer y dar la vuelta.

Duele saber que
nunca llegaré a besar tus labios,
y que no llegué a acariciar tu cuerpo.

Tampoco tú pudiste abrazarme,
o si quiera arrullarme.

Pero los días pasan,
y nuevas noches llegan,
con diferentes lunas,
a veces sin ella,
pero como todos los meses
los ciclos se repiten.

Tranquila voy contando los días
que distraídamente arremeten mi tormento.
Que de la noche a la mañana,
la luna saldrá al amanecer,
que yo lo sé, porque no te olvido,
y que ese día volverá a nacer
lo que aquella noche de verano
comenzó a ser.

Infiel

Que las noches de melancolía,
en las que mi corazón arde en dolor y pasión,
en remordimiento y atrevimiento,
en agonía y felicidad,
se consumen en su cama
con su amor que envenena.

Que su amor envenena en la medida justa
y mata con la delicadeza de una rosa,
que me arranca el alma con garras de seda...

Que su amor ¡Sí!, me arranca el alma con garras de seda
y me quema la piel con puro hielo.
Que rompen sus caderas contra las mías
la distancia que tanto nos ha torturado.

Y que su cara, no es su cara.

Nido de la perdición que al llegar la noche
mi cuerpo allana aclamando tu presencia.
Que tanta pasión envuelve a este amor
como horas de traición volando entre sábanas.

Y qué tan efímero amor,
que cuando deje su cama una vez más,
sé que ya no volverá.
Pues viene y va, pero nunca se queda,
y tras despedirme de él o mientras le espero
mi boca en llamas le aclama
en el silencio que se agota entre las paredes
de mi cuarto.

Que sólo mi ser y yo sabemos
de este juego de a dos,
que solo la noche comparte mi traición
y mi destrucción.
Que sólo las estrellas iluminan
mis heridas forjadas a fuego lento,
servidas sin perdón.