lunes, 11 de marzo de 2013

Realidad.

 Queridos cibernautas.. 

 Hoy en clase un profesor dijo que nuestra idea del paso del tiempo es debida a los exámenes, a que el sentimos que el tiempo se nos pierde por estar día y noche estudiando y que ese paso del tiempo no lo vemos con real madurez hasta cercanos los 30 años, puesto que es ahí cuando te das cuenta de sueños que no se han cumplido, ahondas en las experiencias ya vividas y te replanteas el verdadero por qué. 

 Tiene razón respecto a que a los 30 años se ve el paso del tiempo desde otro punto de vista, como bien dijo, más experto. Pero creo que hablo en nombre de muchos jóvenes de no más de 18 o 19 años como yo al decir que no es del todo cierto. 

 Posiblemente mi pasado haya sido duro, más que el de algunos, y menos que el de otros, y de hecho mi vida actualmente sigue siendo una senda abrasadora. A pesar de no tener yo ni 20 años, sé muy bien la cruel realidad, desde muy pequeño he sido muy consciente de lo que en verdad ocurre a mi alrededor, de ahí que ahora me tomen por un infantil o un inmaduro, porque evito esa realidad tan cruel inventando mi propia realidad y viviendo en ella como si fuese un niño.

 Todas esas experiencias ya vividas me han hecho replantearme seriamente el por qué de la vida, el por qué vivir en tal agonía, el por qué pasa el tiempo y parece que nada cambia, o si lo hace muchas veces es a peor, el por qué ver sueños fallidos sin haber terminado tan si quiera los estudios. 

 Afirmó mi profesor que al ser tan jóvenes no hemos tenido la ocasión aún de ver proyectos fallidos, sueños rotos o incumplidos, pero en mi caso, por ejemplo, se equivoca a medias y de ahí que nuestro concepto del paso del tiempo no sea más que el poco disfrute de las salidas con los amigos o cosas parecidas.

 Desde mi punto de vista, he de decir que no todos los adolescentes vivimos en esa especie de ignorancia, que poniéndome a mí de ejemplo, sé lo duro que es ver como mis sueños se hicieron añicos y no haber podido remediarlo, que mi incertidumbre de la vida no es solo porque no sé identificarme con alguna carrera que el día de mañana me dirá quién soy. 

 Realmente, hablando desde la experiencia de haber sido marginada, digo que yo no sé quién soy, porque no me identifico con nada, al igual que cuando miro al resto de la gente pienso que no me identifico con ellos, ni tan si quiera con mis conocidos. También he de afirmar que para mí el tiempo ha pasado y siento verdaderamente un vacío, un vacío formado por todas las cuestiones de las que he hablado anteriormente. 

 Por otra parte, el amargo sabor del fracaso, laboral no porque no he tenido la oportunidad aún de trabajar por las condiciones en las que se encuentra nuestro país, pero sí en los estudios, fracaso con mi familia, fracaso conmigo mismo. Es triste ver, como por mucho que te esfuerzas, tus resultados luego son en vano, pues te preparas un examen con una o dos semanas de prioridad después de haber repasado día a día aquello que en clase se comentaba y, al llegar el día, como si pinchasen un globo, tu cerebro se queda vacío, y, a consecuencia, las notas que no hubiéramos esperado de haber hecho un examen perfecto. Seguido, sigues cayendo más hondo en tu reprimenda al llegar a casa y encontrarte a una madre enfurecida por las notas, porque no estudias lo suficiente y aún te exige más, por no hacer las tareas del hogar cuando tú sabes perfectamente que ayudas todo lo posible en casa o incluso más, y como si se sumiera en una ceguera permanente nunca reconoce tu esfuerzo y ayuda. Además se puede añadir el punto al que llega una familia por no creerte suficientemente madura para ser responsable de tus propios actos que asumes siendo consciente de las consecuencias que probablemente acarreen y planean, por dar un ejemplo, una cita a ciegas con una persona que no conoces de nada, mas que sin embargo habrá de gustarte y podrás olvidarte de alguien a quien ya amas con todo tu corazón. Ahí es cuando me replanteo aquello que mi familia siempre me ha inculcado por ser un desconfiado... " No juzgues sin conocer antes", un refrán tan vejo como la vida misma casi, pero que por extrañas razones a veces se vuelve invisible a los ojos de supuesta " gente adulta, madura y racional ". 

 Con todo esto, no quiero ofender a mi profesor ni mucho menos, pero sí intentar mostrar que, a veces, son los adultos los que son algo ignorantes y los jóvenes, mucho más maduros de lo que se cree, y que a pesar de no tener la suela muy desgastada por andar poco aún en esta vida, si que está desgastada por el suelo que hemos pisado, y eso nos convierte en mucho más que simples ignorantes del porvenir y la realidad, nos convierten casi en adultos aunque no se quiera ver...

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