sábado, 16 de marzo de 2013

Triste saber.

Fría y malsana que se encuentra
mi alma.
Longeba cual mineral
todavía por descubrir.
Qué ve y qué no ve,
que más ve,
mas por no haber visto,
silencio que le clava agujas.
Vengo yo preguntándome,
si acaso haber visto tanto
ha sido más bien perdición
de lo claro y fusión de lo falso.
Miro si no de otro modo
cada gota de lluvia resbalosa en el asfalto,
y cada pétalo caído, seco y arrugado.
Cada alborada, que marca su terreno
como de aceite se impregna al pan.
Vengo yo a decir, pues que,
pieles lisas y pulidas
no son las ignorantes
y sabias las manos quemadas,
con jirones y suciedad.
Quien ha de creerse verdadero sabio
es aquel que de la vida
vive, aprende y medita,
sea cervatillo o cornamenta real.

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